La prensa sin Gutenberg, de Jean-François Fogel, plantea una idea que, si bien algunos conocían a partir de la experiencia, cuesta siempre definir con la exactitud que puede otorgar la revisión minuciosa de un fenómeno en el tiempo:
en la era Internet, la prensa se ha convertido en algo completamente distinto a lo que era (o intentó ser) en la época de los medios clásicos, llámense periódicos, radio y televisión.
Desde el primer periódico publicado en 1605 por Johann Carolus, pasando a la invención de la radio –con su controversial debate sobre quién fue el artífice de dicho aparato– y, posteriormente, ya en el siglo XX, la invención de la televisión; pareciera que la tecnología mejorara de manera exponencial con el paso del tiempo. La revolución generada por Internet en las últimas dos décadas no hace más que afirmar esto,
incluso en nuestro país.
La problemática surge también al momento en que esa carrera por ganarle la audiencia a los medios digitales pierde su norte. En ese sentido, Fogel es claro: el problema que les genera Internet a los medios tradicionales no es funcional, es decir que no se centra en las capacidades de uno u otro medio para comunicar mejor o no, es culturalmente estructural. Es decir, Internet atenta contra la naturaleza misma de los medios al actuar como “proveedor de los otros medios y distribuidor para el público, receptor y emisor de información, y, al mismo tiempo, es contenido, canal de difusión, centro de archivos continuamente actualizado, además de foro de debates”.
¿El fin de las audiencias?
(Fuente: chicadelatele.com)
Internet desestabiliza al periodismo escrito y audiovisual y
lo hace destruyendo el concepto de audiencia, “de la escucha colectiva que funda la retransmisión de los acontecimientos y la presentación de las noticias en directo”. Luego de barrer con esta idea, lo que sucede es la creación de otro tipo de audiencia, una habitada por el individuo que es el producto de todos estos cambios que han traído consigo las nuevas TICs:
el nativo digital. Al respecto,
Roberto Bustamante comenta, criticando un poco la idea de Marc Prensky respecto a los nativos digitales, que “Un cambio de paradigma que es mucho más que un cambio de tecnología, sino más bien un cambio en los
modos de hacer: del capitalismo industrial al capitalismo informacional”.
(Fuente: agoraenlared.blogspot.com)
La dinámica del mundo virtual está configurada por los referentes culturales que la rodean. Así, el uso de metáforas espaciales para hacer referencia a las actividades dadas en el ciberespacio empiezan a hacerse recurrente y, sobretodo, la existencia y uso de videojuegos comienzan a pautar la actividad dentro de la red. “El ciberespacio donde se encuentran los sitios de información se parece cada vez más a un videojuego y, fundamentalmente, a uno de los primeros, Super Mario. (…) Para los niños que desde muy pequeños han utilizado ese entretenimiento surge una evidente similitud entre el universo de la información y el del juego”. La red empieza a adquirir un carácter lúdico en su uso.
Metáfora del ciberespacio
(Fuente: animando3d.com)
Cuando, en 1994, lo que quiso hacer Jim Clark con el Netscape fue crear una empresa que le resultara rentable, lo que hizo (también) fue abrir “un universo, el ciberespacio, donde existen infinitos caminos de información. Reinicia una nueva era del periodismo”.
El éxito o fracaso de un medio digital depende de una simple premisa: un sitio web no es un destino, es una etapa. “La fluidez del tráfico determina el éxito”, señala Fogel. Así, los nuevos medios ven necesario conocer el itinerario de los visitantes a una página web. A partir de estos se elaborará un mejor producto tanto a nivel de redacción y publicidad. Sin embargo, también tienen en cuenta los patrones por los que el itinerario de los internautas se define. Y un tipo de itinerario es sin duda el más popular: el uso de motores de búsqueda. Google y su algoritmo aquí son los principales referentes.
(Aquí un video que intenta explicar de manera matemática el funcionamiento del algoritmo Google:
El uso de algoritmos en el contexto informativo, expresado en sitios como
Google News o
Yahoo! News y a partir de su capacidad para transmitir
las noticias que son ‘científicamente’ más relevantes para cada uno, parece haber “impugnado de golpe la jerarquía de la información que establecen los periodistas con los titulares”.
Las listas automáticas ofrecidas por estas páginas reemplazan a la que una vez fue la espera de “los grandes titulares”.
Sobre un futuro posible en el que los medios de comunicación que crean contenido han pasado a un segundo plano frente a las empresas que gestionan la navegación, como Google o Amazon, nace en el 2004 el breve documental de ciencia ficción EPIC 2014. En este, “en un principio, la historia acaba mal para la prensa escrita, y luego para la prensa a secas: el algoritmo arrambla con toda apuesta, y esa oscura predicción se conoce a través de Internet”.
Sin embargo, creer que el algoritmo pueda reemplazar la labor del periodista parece poco posible. El hombre de prensa debe aprender a adaptarse a los cambios y darse cuenta de que su funcionalidad no es monolítica, de que esta puede y debe cambiar.